EL 7 de abril es el Día Mundial de la Salud, conmemoración que este año estará marcado por la pandemia producto del Covid-19 en todo el mundo.
Con profundo pesar vemos como el Coronavirus ha golpeado duramente a todas las naciones y Chile no ha sido la excepción, pero su impacto ha sido más grave en las comunidades vulnerables que están más expuestas a la enfermedad, que tienen menos probabilidades de acceder a servicios de salud de calidad y que sufren las consecuencias de las medidas aplicadas para contener la pandemia., como son las cuarentenas y la pérdida de ingresos económicos.
La garantía de una salud pública digna para todos y todas fue una de las principales demandas escuchadas durante el estallido social de octubre del 2019 y ha sido un tema transversal presente los últimos 30 años reactivándose fuertemente durante esta pandemia, donde nosotros como trabajadores/as de la salud somos testigos en primera línea de la tragedia de pacientes fallecidos o que luchan por sobrevivir pero que además, traen aparejados el sufrimiento de la precariedad de sus vidas y de su entorno, lo que hace aún más dramático el escenario para los más necesitados. Son estos mismos que luchan por llegar a fin de mes, que tienen las peores condiciones de vivienda y educación y menos oportunidades de empleo, sufren en carne propia la discriminación y se desenvuelven en entornos muy poco seguros.
Como gremio de salud nos parece inmoral que en pleno siglo 21 existan realidades tan diametralmente opuestas, donde un sector goza de tantos privilegios y otra parte importante de la ciudadanía ve limitado el acceso a cuestiones tan fundamentales como la salud, en un país que tiene recursos económicos pero que no los destina a las necesidades básicas de las personas. El sistema de salud público que hoy opera en Chile y que atiende al 80% de la población más vulnerable, ha estado históricamente desfinanciado y se contrapone a un sistema privado que se vincula con ese 20% restante que tiene una mejor calidad de vida que se asemeja a la de países más desarrollados y por ende es más sano.
Pese al presupuesto exiguo del sector público, hemos logrado demostrar que el sistema de salud está preparado, con equipos humanos altamente calificados, siendo capaces de enfrentar esta pandemia y brindando atención incluso en un momento tan crítico sanitario, dando cuenta que el compromiso existe en las y los trabajadores de los recintos hospitalarios, pero solo requerimos gobiernos que pongan al centro la salud de la población en todos sus ámbitos.
Esta pandemia nos debe hacer reflexionar sobre la necesidad de avanzar en un sistema único de salud, con recursos financieros suficientes, además de recursos materiales y humanos enfocados en la prevención que permita abordar la problemática desde su génesis y así lograr erradicar las desigualdades tan drásticas reflejadas en las cifras elevadas de mortalidad en poblaciones vulnerables.
Requerimos que las fuerzas políticas, sociales y económicas debatan en el marco del proceso constituyente la forma de priorizar la salud pública, consagrando el derecho a esta, terminando con el negocio y lucro en salud, con una mirada integral que impacte positivamente en la calidad de vida de todas y todos.
Hacemos un llamado a las autoridades a revisar a conciencia lo ocurrido este último tiempo y no perpetuar las inequidades en materia de salud y garantizar un sistema integral de calidad y gratuito que nos permita entregar un Chile más justo para las nuevas generaciones.
DIRECTORIO
FEDEPRUS METROPOLITANA