Columna de Opinión Directorio FEDEPRUS Metropolitana
Han pasado ya cuatro años de aquel 18 de octubre llamado “Estallido Social”, cuatro años en que muchos recordamos con algo de desesperanza y frustración las manifestaciones sentidas del pueblo, cuatro años en que muchos prefirieron olvidar lo ocurrido o simplemente renegar de lo vivido, borrando de sus mentes los recuerdos de calles colmadas de millones de personas que clamaban por mejorar las condiciones de vida en un Chile injusto y lleno de inequidad, reflejando un hastío generalizado en todos los sectores sociales y generacionales de nuestra sociedad.
Hace cuatro años en este país se atropellaron los derechos humanos con una descarada represión policial presente en todas y cada una de las manifestaciones, cientos de personas con ojos mutilados y miles de víctimas de violencia estatal, pero ¿de qué sirvió todo esto?
Según nuestro gremio y la clase trabajadora que lucha por reivindicaciones y demandas para el sector, no se consiguió nada, no se logró concretar los cambios exigidos por esa ciudadanía movilizada de aquel 18 de octubre, muchos de los cuales vieron con esperanzas un nuevo proceso constitucional, el cual fracasó en la primera instancia y hoy en la existente se pone en riesgo nuestros pocos, pero significativos avances, incluso a riesgo de retroceder en derechos fundamentales.
Fuimos partidarios de apoyar al actual Gobierno del Presidente Gabriel Boric, confiados en las promesas de campaña de un sector político que justamente nació de los movimientos sociales, quienes vivieron en carne propia la represión e hicieron suya la bandera de lucha sobre la equidad social, pero tenemos claro que los cambios no se llevan a cabo con declaración de intenciones, se necesita voluntad política, no solo de quienes gobiernan, sino que de la mayoría de las fuerzas políticas, parlamentarios y constituyentes, y eso claramente no se ha logrado.
Incluso hay sectores que han despreciado aquel estallido social, menospreciando las legítimas, masivas y sentidas demandas sociales, llamando a todo este movimiento “octubrismo” y manipulando lo vivido, haciendo uso de los medios y redes sociales e incluso de las propias vocerías de los políticos, expresando que lo ocurrido aquel 18 de octubre solo fue violencia de exaltados anarquistas o lumpen, invisibilizando por completo aquellos adultos mayores que con dificultad caminaron en las marchas, a los enfermos que angustiados y con pudor expusieron sus precariedades, a las diversidades, a las mujeres y su lucha contra la desigualdad, a la clase trabajadora maltratada por décadas, en definitiva hoy muy pocos ven lo que nosotros vivimos y sentimos hace 4 años y que arrastramos hasta la actualidad.
En este desalentador escenario la pregunta es ¿Qué nos queda por hacer como parte de la sociedad civil?… cuesta hoy tener la respuesta cuando el pueblo está cansado y decepcionado, pero acá seguimos como representantes, no solo del sector salud, sino de una clase trabajadora que es reflejo y parte de la comunidad en su conjunto, pues en nuestras propias familias y círculos más cercanos vivimos día a día la realidad de todos aquellos que ese 18 de octubre se manifestaron, alzando la voz y sus pancartas por demandas justas.
Como Federación Democrática de Profesionales Universitarios de la Salud, creemos firmemente en que no podemos olvidar lo que surgió de ese 18 de octubre, no podemos olvidar a las personas y sus necesidades, no debemos olvidar en la injusticia y falta de equidad en la que vivimos y por sobre todo no tenemos que olvidarnos de seguir luchado con convicción porque se consagren legítimamente los derechos fundamentales relativos a seguridad social, pensiones, educación, vivienda, alimentación, deporte, derecho al agua, trabajo decente, libertad sindical, derecho a la igualdad, la no discriminación y a la memoria y, muy particularmente, que se garantice el derecho a la salud y que esta sea de calidad y oportuna para todas y todos, asegurando el bienestar integral, incluyendo su dimensión física y mental, teniendo muy en claro que es cada vez más difícil luchar con un sistema político que desvirtúa la realidad y hace oídos sordos a las demandas sociales de la mayor parte de la población de este país.
¡No bajaremos los brazos, no nos rendiremos, aunque decaigamos por la falta de resultados, aunque encontremos barreras y no nos quieran escuchar, gritaremos con más fuerzas y volveremos a salir a las calles las veces que sea necesario, porque creemos firmemente en que la dignidad se haga costumbre!